Cuando decides instalar tarima en zonas con cambios de temperatura, es fundamental que consideres algunos cuidados especiales para mantenerla en perfectas condiciones. La tarima, aunque es un material resistente y estético, puede verse afectada por las variaciones térmicas y la humedad. Así que, si deseas que tu suelo luzca siempre como nuevo, aquí te comparto algunos consejos prácticos y experiencias que te ayudarán a cuidar de tu tarima.
¿Por qué es importante cuidar la tarima en climas cambiantes?
La razón principal por la que debes prestar atención a la tarima en zonas con cambios de temperatura es que el material puede expandirse o contraerse dependiendo de las condiciones climáticas. Imagina que en invierno, tu casa está bien calefaccionada, pero en verano, la temperatura exterior sube drásticamente. Esta oscilación puede provocar que tu tarima se deforme, aparezcan juntas o, en el peor de los casos, se agriete.
Elige el tipo de tarima adecuado
Antes de instalar la tarima, es crucial elegir un tipo que se adapte a las condiciones de tu zona. Por ejemplo, si vives en una región donde las temperaturas fluctúan mucho, considera opciones como la tarima de bambú o de madera tratada, que ofrecen mayor estabilidad. Recuerda que, aunque la tarima laminada es más económica, puede no ser la mejor opción si las condiciones son muy cambiantes.
Instalación profesional: una inversión a largo plazo
La instalación de la tarima debe ser realizada por profesionales, especialmente en zonas con cambios de temperatura. Ellos saben cómo dejar el espacio adecuado entre las piezas, lo que permite que la madera respire y se expanda sin problemas. Si decides hacerlo tú mismo, asegúrate de seguir las instrucciones del fabricante al pie de la letra.
Cuidados diarios para mantener tu tarima
Una vez instalada la tarima en zonas con cambios de temperatura, es importante que adoptes ciertos hábitos de cuidado. Aquí te dejo algunos consejos que he aprendido a lo largo de los años:
- Evita la humedad: Usa un deshumidificador si vives en una zona muy húmeda. Mantener el nivel de humedad entre el 40% y el 60% es lo ideal.
- Limpieza adecuada: Barre o aspira regularmente para evitar que la suciedad se acumule en las juntas. Además, utiliza productos específicos para tarimas, evitando los abrasivos que puedan dañarlas.
- Protección contra el sol: Si tu tarima recibe mucha luz directa, considera el uso de cortinas o persianas para protegerla. La exposición prolongada al sol puede decolorar y desgastar el acabado.
- Uso de alfombras: Colocar alfombras en áreas de alto tránsito ayuda a proteger tu tarima de arañazos y desgaste. Elige alfombras que permitan la circulación del aire para evitar la acumulación de humedad.
Prevención de problemas comunes
No hay nada más frustrante que ver cómo tu tarima se deteriora. Aquí te comparto algunas anécdotas sobre problemas comunes y cómo prevenirlos:
Deformaciones y juntas
Una amiga mía, al instalar su tarima en una zona donde las temperaturas variaban drásticamente, notó que comenzaron a aparecer juntas entre las tablas. Esto sucedió porque no dejó el espacio adecuado al momento de la instalación. Asegúrate de dejar un margen de expansión según las indicaciones del fabricante. Generalmente, se recomienda unos 10 mm en los bordes.
Manchas y desgaste
Las manchas son otro problema habitual. Si dejas caer líquidos sin limpiarlos rápidamente, tu tarima puede dañarse. Recuerda, si ocurre un accidente, seca la zona inmediatamente con un paño suave. La clave está en la rapidez.
Reparación y mantenimiento a largo plazo
A pesar de todos los cuidados, siempre puede surgir la necesidad de realizar reparaciones. En ese caso, aquí tienes algunos tips que te serán útiles:
- Roturas: Si una tabla se rompe, puedes reemplazarla fácilmente si la instalación inicial se realizó correctamente. Guarda algunas tablas extra para casos de emergencia.
- Acabado: Con el tiempo, el acabado puede desgastarse. Considera la posibilidad de volver a aplicar un sellador o barniz para mantener la protección.
El clima y su influencia en la tarima
Por último, es fundamental que entiendas cómo el clima afecta a tu tarima. En invierno, el uso de calefacción seca el aire, lo que puede provocar que la madera se contraiga. Por otro lado, en verano, la humedad puede hacer que se expanda. Ser consciente de estos cambios te permitirá anticiparte a los problemas y mantener tu tarima en óptimas condiciones.
Recuerda que cuidar de tu tarima en zonas con cambios de temperatura no es solo una cuestión de estética, sino de durabilidad. Dedicar tiempo y esfuerzo a su mantenimiento te permitirá disfrutar de un suelo hermoso y funcional durante muchos años. Por eso, siempre ten en cuenta estas recomendaciones y cuida tu inversión.